Estoy más liada que la pata de un romano, llevo concentrada en llevarlo todo para adelante como cuatro meses de papeleos, de peleas (el piso este del demonio iba a terminar en divorcio), de lidiar con crios todos de primer ciclo, de sobrellevar a mi hija que ha entrado de golpe en la adolescencia... De pronto me está entrando el agobio y las ganas de salir corriendo. Quiero parar, y nada más llegar a casa me recuerdan que tenemos que vernoslas con hacienda, que mañana tocan otros 400 kilométros, que no hay na de na ... Y está todo hecho una porquería, pero me da igual, me he puesto con el portatil porque me relaja; ultimamente es lo único que me relaja un poco.
Lo que más me fastidia es haberme quedado sin vacaciones, pase que este año no haya para viajecitos como el año pasado, pero quedarme sin Vera ya es demasiado. Allí llevo recargando mis pilas tanto tiempo, que sin ir me va a parecer que empalmo un curso con el otro. Cuando vamos a Vera nos pasamos los días perreando entre la playa, el cesped del apartamente y los bares de las cercanías; no hay horas para nada, sólo cerveza helada, música... beber y fumar. Te olvidas de esta rutina en que termina convirtiendose siempre la vida.
Pues nada, a seguir. Ayer nos pasamos todo el día sin parar, preparando la mudanza de los cojones, en el piso que no conseguimos vender por más que lo intentemos. Nos artamos de cervezas entre la casa del vecino y el bar de enfrente, y nos venimos para acá a seguir preparando cosas pero en el piso... Una hora para cambiar un puto grifo, porque la tuerca estaba oxidada y no giraba ni a la de tres; Ángel poniendo lámparas, y al final le tuve que pedir ayuda porque no había modo...Por lo menos está fuerte.
A las tantas, vuelta a casa... Arrastrándome he ido al curro.
Debería ser posible pararlo todo, como salirse del tiempo, y ya despejados volver y retomar por donde se dejó.
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