Torturando en nombre de la ciencia, y además para no avanzar nada
"Los
tres jóvenes primates de la fotografía no saldrán vivos de los aparatos
de inmovilización. Son torturados continuamente con descargas
eléctricas que les administran a través del cinturón metálico que los
mantiene inmovilizados, y con ello desarrollan síntomas similares a los
de los ataques epilépticos: convulsiones, perdida de conciencia, etc. El
pretexto de los experimentos es descubrir una cura para la epilepsia,
pero teniendo en cuenta que en el ser humano los ataques epilépticos
surgen espontáneamente y no como consecuencia de descargas eléctricas,
todos los experimentos similares que se han realizado con animales desde
principios del siglo XX han sido inútiles, como era de esperar. La
incidencia de la epilepsia sigue aumentando, lo que no es sorprendente
si tenemos en cuenta que la “investigación médica” se ha confiado a
psicópatas retrasados y a charlatanes ansiosos de recibir subvenciones
económicas. ("La vivisección es un fraude científico", una investigación
de Hans Ruesch, apéndice a la edición española de Matanza de Inocentes,
p. 683)."
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