Siempre que alguien se estrella le suelen decir "aprende de tus errores y sigue adelante". Como frase hecha para ponerla con fondo de modelo esperando con maleta en una estación de tren (en blanco y negro) para un cartelito de face está bien. Pero es una gran mentira.
Para cuando aprendemos ya no habrá ocasión de usar lo aprendido. Puedes compartir con tus hijos lo que aprendiste de la vida, pero no servirá tampoco de nada; no lo interiorizará, nadie escarmienta en carne ajena.
Yo he aprendido que la gente sólo cambia si se la fuerza a cambiar, y que no se puede forzar a nadie a cambiar si todo lo que le rodea sigue igual; que las personas se deben tomar o dejar por como son, no por como esperamos que sean... Yo he cometido errores que ya no tendrán remedio simplemente por pensar que alguien podía ser diferente de como era, o que no repetiría las mismas cosas que siempre repitió.
He aprendido que nadie es imprescindible, que por mucho que te duela renunciar a una persona duele más no renunciar, que todo se pasa y todo se olvida. Hace poco quiso ponerse en contacto conmigo alguien a quien quería mucho hace años. Era una de esas personas que no son ni tus hijos ni tu pareja ni tu mejor amigo, pero son parte de tu vida porque te une el cariño y el roce diario, y que de pronto y sin razón me ignoró, Justo por lo mucho que le quería, cuando quiso hablarme no pude; literalmente no pude. Jamás volverá a entrar en mi vida quien se fue sin razón, más después de 13 años. Se dice pronto, pero 13 años es mucho tiempo para no merecer una llamada. Por eso esa llamada jamás tendrá respuesta.
He aprendido que hay que mantener cerca a quien "te da felicidad". Esta frase es de un amigo mio que la da y a espuertas, porque sigue viendo el mundo con los ojos de un niño a pesar de que tiene muy presentes todas las experiencias que hacen de él un hombre. Mantenerles cerca es devolverles la felicidad que te dan, y cuando les llega la tristeza más aún. Quien no esta a tu lado para secar tus lágrimas no merece tu risa. Yo lo practico, y cuando encuentro personas que dan luz a mis días sombríos y disfrutan conmigo los luminosos procuro no perderlas, da igual la forma en que llegaron por primera vez a asomarse a mi mundo. No las olvido por estar lejos o por hacer amigos nuevos. Cada cierto tiempo me acuerdo de que hace mucho que no hablamos y me asomo a su vida para que recuerden que me importan. Ahora espero la visita de una de estas personas que se dio un paseo por mi mundo y decidió dejar siempre la puerta abierta para que yo pasease por el suyo, mi amiga vendrá en pocos días y sé que cuando la vea será como si ayer hubiéramos andado de cervezas por las tascas. Otra muy querida espero verla también pronto, y si coinciden las dos no habrá nada que me borre la sonrisa. Mi casa siempre esta abierta para todos aquellos que quiero y que, en alguna forma, también son mi familia.
Otros amigos llegaron y se fueron, supongo que su mundo es mejor sin estar yo en él, y cuando llego a esa conclusión no es que ya no me importen, es que les hago el último favor; cumplo su voluntad y les olvido como ellos a mi.
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