Supongo que mucha gente se sorprendería y no entendería algunas cosas que pienso y hago, por eso no creo que sea ofensa sorprenderme y no entender algunas cosas que me dicen y que hacen.
Mi pensamiento de hoy va dirigido al amor, como tantas otras veces, pero de un tipo que no comparto. No es que yo sea más lista que nadie o que tenga mayor fuerza de voluntad que nadie, pero algo dentro de mí me impide creer cuando los hechos niegan, por mucho que quiera creer y por mucho que me duelan las consecuencias de no hacerlo.
La historia de aquellas personas que aman con pasión a quienes les maltratan nos es conocida a todos, incluso lo hemos visto en alguien cercano. Para mí la peor parte de esta historia es el autoengaño del que se culpa al otro. Te ignora cuando quiere, se acuesta contigo cuando quiere, te hace cariñitos cuando quiere y te hace daño cuando quiere; pero te pide perdón y le crees. Crees que te ama, crees que lo siente, crees que a partir de ese momento todo será distinto. Luego todo sigue igual y cuando vuelves a estar rot@ por dentro dices que es un o un@ hij@ de puta, que te engañó, que sabe muy bien camelarte... No, lo cierto es que no puedes renunciar a ese ser que hace de tu vida un infierno, y harás malabarismos con la realidad para hacer coherente una historia que te permita seguir.
Hay un dicho, del que no sé el autor, que suscribo totalmente; la primera vez que te engañan es culpa suya, la segunda es culpa tuya. Todos podemos tener fallos, cometer errores, arrepentirnos y no volverlo a hacer, pero yo no hablo de eso. Hablo de esas personas, que aunque no aman ni respetan a quien sí les quiere, pretenden mantenerlo a su lado. Ni de lejos pretenden nunca cambiar su modo egoísta y cruel de actuar, lo que pretenden es mantener la esclavitud emocional y para ello se valen sólo de teatro. Palabras, lágrimas, besos y caricias que no significan nada, y que en cuanto han logrado su propósito vuelve a tornarse indiferencia y desprecio.
Me sorprende como la gente es capaz de anclarse a este tipo de "relaciones" y sin embargo un conflicto o un malentendido rompe a veces parejas donde sí hay amor y respeto. Es como si su personalidad se volviese la de un perro fiel, siempre deseando la atención de su amo aunque los trate a patadas. Mejor ser gato, que ronronea a las caricias pero si le pisas la cola te araña.
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