Hace unas semanas, quizá un par de meses, estuve con un amigo en su local de ensayo y me dio a conocer la canción que está al final de esta entrada. Hoy más que nunca necesito sentirme fuerte, porque creo que el próximo golpe no seré capaz de encajarlo.
Aquel día había quedado con él porque necesitaba el calor de un amigo, de alguien que sabes que te quiere bien, huyendo del dolor que me causaba la decepción y la ira ante la injusticia de la persona que yo quería con toda el alma, sin falsedad ni intereses, y que me rompió el corazón. Entonces, como hoy, sentía que había perdido a mi hijo y, como hoy, vivía luchando contra el problema de salud que me cortó las alas... o mejor dicho, me pinchó los ruedas. Pero hoy, además, sé que mi hijo se enfrenta a algo que puede ser mortal y justo ahora decide volver a echarme de su vida, porque cree que yo no acepto o incluso me repugna eso, que ahora no es mi hija sino mi hijo. Hoy me veo escribiéndole al único amigo suyo, amigo desde hace años, del que tengo el número, para rogarle que me diga cómo está. No puedo hacer nada para hacerle comprender que me da igual si es hijo, hija o las dos cosas, que yo le di la vida y daría la mía por él aun sabiendo que me odia.
Difícil es seguir fuerte, cuando la persona que quisimos nos engañó mil veces diciéndonos que nos quería y mil veces nos despreció sin más motivo que el creer que podía, porque el amor que le teníamos le aseguraba poder volver. Difícil ser fuerte cuando perdemos a la única persona que amamos más que a nosotros mismos porque cree que nos repugna la vida que eligió y no es verdad. Difícil ser fuerte cuando tenemos que elegir entre dejar nuestra casa y a los pocos que nos quieren o morir en la carretera... Las mismas carreteras que han marcado toda mi vida, siempre de aquí para allá a donde me mandaran a trabajar. Es muy difícil ser fuerte cuando no encuentras motivo para seguir.
Cuando sea difícil ser fuerte, echa mano de tu orgullo, ponte en pie. Recuerda todo lo que creíste que no superarías y superaste en tu vida.
Esta tarde en que siento que no quiero estar aquí ni un minuto más, me pongo en pie y seré fuerte, porque tal vez ese hijo que me niega la palabra pronto puede que me necesite y me necesitará fuerte, porque al menos sé de una persona que lloraría si yo no estuviera, y serían lágrimas sinceras... qué pena no poderle querer de otra manera, él si merece ese amor que no le puedo dar. Seré fuerte por mi hijo, por mi amigo y hasta por mis gatas, que no dejaré abandonadas a morir en la perrera o en la calle.
Hoy, tras saber que mi hijo está enfermo y que no quiere saber nada de mí, sin esperarlo y sin motivo, lo único que me pide el cuerpo a gritos es parar, irme de aquí, ver a mi mastín esperándome. Pero no lo haré. Me lavaré las lágrimas que apenas me dejan escribir esto, me vestiré y me pondré la sonrisa para salir a la calle.
Cuando sientas que no puedes más, recuerda lo que fuiste capaz de superar, las veces que te viste caído y te volviste a levantar, y sigue con la cabeza alta. Siempre fuertes.
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