Seis metros, el otro extremo de la barra; tú en tu mundo y yo en el mío... Tan lejos que ya no estás. Me señalaste la puerta y la cerraste a mi espalda, oí el portazo sin mirar atrás. Olvidé el sueño de verte dormido al despertarme, enterré el deseo de mezclarme en tu sudor. Sepulté tu risa, enterré tus besos y me quedé sola rodeada de gente.
Gente que me dice de pronto "Estás bien?", y descubro que me he quedado callada mirando a ningún sitio, porque no quiero mirar esos seis metros de distancia que parten el corazón.
Vuelvo a las noches sin dormir, vuelvo a todo lo que no deje pensar, no te busco en otra boca que jamás sabrá a la tuya, no busco en otro cuerpo que jamás me hará temblar igual; no estoy buscando, estoy huyendo.
No hay ilusiones, se fue muriendo la esperanza mientras se repetía la historia y a golpes me hacía aceptar que siempre se repetirá, que serían más los días sin ti que contigo, que esos seis metros de dolor serían mi vida... Me pusiste muy alto el precio de unas pocas noches al calor de tu cuerpo. Ya no me importa si esa mirada significa que puedo volver a entrar, no quiero pagar.
Prefiero puertas siempre abiertas y que no me dolerán. Prefiero acallar mi mente envenenando mi cuerpo. Prefiero volver a donde sé estar. Sexo, droga y Rock and Roll.
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