Su marido se embarcó en una aventura sin compromisos, en que "la otra" no pedía nada... Hasta que empezó a pedir. Ahora, él sólo ve el fantástico sexo y dice estar enamorado. Tal vez lo esté de verdad; eso lo sabrá dentro de un año o dos, cuando el subidón de hormonas y neurotransmisores que nos vuelve locos se termine, y pueda ver si hay amor o no. Ese es el problema, que cuando una relación se alarga nos falta ese subidón que es lo mejor de la vida, y sólo podemos volver a experimentarlo cambiando de pareja. Pero no podemos pasarnos la vida entera cambiando de pareja, o no debemos. Sólo un compañero o compañera de viaje auténticos nos pueden dar estabilidad, paz y felicidad.
En una relación larga se suele caer en el riesgo de olvidar el sexo. La gente cae en rutinas, deja de cuidarse físicamente... Dar y recibir placer de quien amamos refuerza los vínculos, y si se vuelve algo rutinario y espaciado en el tiempo es como si no tuvieses realmente pareja; no la tienes, así que la buscas. Hay que estar abierto a todo tipo de posibilidades para que eso no pase, que tengamos lo que deseamos y tenga lo que él desea, siempre con complicidad, siempre con comunicación y sinceridad.
Mi amiga no me quería cerca, pensó todo este tiempo que entre su marido yo hubo algo, y que ese algo distaba mucho de estar muerto. Es verdad que algo hubo entre nosotros que está muy vivo; el cariño. A través de los años y la distancia, siempre será mi hermano desde mucho antes del día que se mezclaron nuestras sangres.
Pienso que se quedó muy sorprendida cuando le dije que se pusiera guapa, que sigue siendo joven, que vuelva a ser como era cuando él la conoció. Le pregunté si le quería, dijo que sí y mi consejo fue: "Si le quieres, lucha por él".
Es justo lo contrario que yo estoy haciendo. Me he rendido, me he dejado porque, si él no me va a mirar, no quiero que me mire nadie; me he escondido, estoy huyendo.
Tal vez deba seguir mi propio consejo.
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