de tu piel de terciopelo, de la curva de tus fauces,
mírame cuando repose en el cajón de mis raíces,
que elegí el papel de mártir por morirme por un beso,
por el camino maltrecho de la vida y sus compases,
Déjame, que te cuente, una historia con las manos
que te sepa a caramelo,
que me estrelle con tu boca, que eyacule en tu barriga,
que me siembre en tu agujero, que te grite como un cerdo.
Y el escondite del día será un sueño duradero,
entre sábanas de hojaldre donde dimita mi cuerpo,
que estoy resudando a chorros, me estoy poniendo blandito,
se me olvidan los demonios cada vez que estoy contigo,
que me sabe a libertad, callarme entre tanto ruido.
Déjame, que te cuente, una historia con las manos
que te sepa a caramelo,
que me estrelle con tu boca, que eyacule en tu barriga,
que me siembre en tu agujero, que te grite como un cerdo.
Arranca que tengo tierra en los bolsillos,
y aguita pa hacerte un castillo de fango,
debajo de un puente que tengo en los dientes,
pa darte un mordisco cuando te despiertes,
que importa si es de noche ya.
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