Letra de "Puñales", de Forraje:
En la cama donde antes de hundirse mi mundo
nos juramos que siempre estaríamos juntos,
me he quedado solito pidiéndole al cielo:
"Por favor, despertadme si es que es un mal sueño"
El dolor de la ira ha ensuciado mi boca.
Ya no quiere volver.
Dura como una roca...
Su mover de caderas marcaba mi rumbo,
y ahora piso las calles perdío y taciturno.
Mataría por verla de nuevo a mi vera,
pero soy yo quien muere esperando a que vuelva.
Ha cerrao sus ventanas con cal y ladrillos,
puso el punto y final, yo lloré como un niño,
nos juramos que siempre estaríamos juntos,
me he quedado solito pidiéndole al cielo:
"Por favor, despertadme si es que es un mal sueño"
El dolor de la ira ha ensuciado mi boca.
Ya no quiere volver.
Dura como una roca...
Su mover de caderas marcaba mi rumbo,
y ahora piso las calles perdío y taciturno.
Mataría por verla de nuevo a mi vera,
pero soy yo quien muere esperando a que vuelva.
Ha cerrao sus ventanas con cal y ladrillos,
puso el punto y final, yo lloré como un niño,
como un niño...
Son suyos los puñales
que llevo en el corazón.
No hay sangre pero duele, duele...
Maldigo los lugares
que dieron su bendición
cuando ella me dijo adiós.
En mi gélido cuarto hasta el alma se enfría;
cumplo con mi condena de noche y de día.
Debería olvidarla con la primavera,
pero no me apetece salir ahí afuera.
Sé que tengo que hacerlo y sentirme más vivo,
y dejar de añorarla y llenar su vacío.
Son suyos los puñales...
Necesito salir pronto
De esta habitación,
escapar de esta penumbra,
ver de nuevo el sol
y arrancar ya los puñales
de mi corazón.
Ya no volveré a llamarla
ni a pedir perdón,
ni a llorar por los portales
mendigando amor,
ya estoy harto de arrastrar
esta desolación.
No aguanto este dolor...
Son suyos los puñales
que llevo en el corazón.
No hay sangre pero duele, duele...
Maldigo los lugares
que dieron su bendición
cuando ella me dijo adiós.
Son suyos los puñales
que llevo en el corazón.
No hay sangre pero duele, duele...
Maldigo los lugares
que dieron su bendición
cuando ella me dijo adiós.
En mi gélido cuarto hasta el alma se enfría;
cumplo con mi condena de noche y de día.
Debería olvidarla con la primavera,
pero no me apetece salir ahí afuera.
Sé que tengo que hacerlo y sentirme más vivo,
y dejar de añorarla y llenar su vacío.
Son suyos los puñales...
Necesito salir pronto
De esta habitación,
escapar de esta penumbra,
ver de nuevo el sol
y arrancar ya los puñales
de mi corazón.
Ya no volveré a llamarla
ni a pedir perdón,
ni a llorar por los portales
mendigando amor,
ya estoy harto de arrastrar
esta desolación.
No aguanto este dolor...
Son suyos los puñales
que llevo en el corazón.
No hay sangre pero duele, duele...
Maldigo los lugares
que dieron su bendición
cuando ella me dijo adiós.
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