Hay dos cosas que me fascinan: el comportamiento humano y la genética. La ventaja de la segunda sobre el primero es que sigue leyes lógicas.
Siempre me gustó escuchar a la gente, pero siempre he sabido que la información que recibes es de cómo ven y cómo quieren que veas unos hechos; nunca son los hechos propiamente dichos. Me fascina lo inocente que es la gente y mi propia inocencia. Sé muy bien que a pesar de años e historias para aburrir yo también caigo como cualquiera en la ingenuidad... Todos caemos.
Me dice que él estuvo dos horas pidiéndole perdón por 7 años de putadas, de abandono y soledad. Durante 2 horas dijo de sí mismo que es un mal bicho, dijo que ella tenía razón en todo... habló y habló todo compunjido y arrepentido. Luego pasan días y semanas y ya no vuelve a hablar.
Y ella no lo entiende, dice que está pirado, que no es normal... Yo le digo otra cosa.
Hasta el más cabrón y egoísta tiene sus momentos de sentirse rata de alcantarilla llena de pánico a la soledad y entonces recuerda a una persona. No es una persona a la que de verdad aprecie y quiera; es alguien que sabe que lo quiere y aprecia. Pasado el bajón de moral, simplemente desaparecerá otra vez. Cuando alguien te quiere no te da de lado sino que te busca y siempre está. Si alguien se da cuenta de que te quiere después que te perdió intenta recuperarte con hechos. Te habla, se acerca, intenta verte, tantea y finalmente te dice que está por ti, después de haberlo demostrado.
Me pregunto por qué las mujeres damos tantas vueltas a las cosas intentando cuadrarlas en lo que quisiéramos que fuera la realidad, aunque no encajen ni a martillazos, mientras los hombres no pierden un minuto en considerar nuestras razones si les fallamos. Tal vez lo pienso así por ser mujer y un tio lo diría justo al contrario.
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