Hola amiguitos, hoy en el libro gordo de Eva vamos a diferenciar entre "información" e "intoxicación".
Informar consiste en invetigar la verdad, exponerla claramente y procurar que las "verdades" que se explican ocupen tiempos y reciban el protagonismo que, honestamente, cree el informador que merecen. Informar supone un servicio; el periodista gana su salario realizando las indagaciones y estando al corriente de los hechos, para aquellos que no nos dedicamos al periodismo pero queremos estar informados. Los que queremos estar informados vemos los programas de la tele, leemos las publicaciones web e impresas, oímos la radio... Todo esto se nos cobra directamente o indirectamente mediante la publicidad con la que nos bombardean.
Intoxicar consiste en invetigar en busca de cualquier hecho que beneficie a los amos del falso periodista, o cause perjuicio a sus rivales. Para ello, se dará importancia máxima y máximo tiempo en antena, o máximo espacio escrito, a todo lo que pueda cumplir esas condiciones. No hace falta honestidad ni apenas trabajo de investigación o comparación de datos. Aquí no basta con pagar el precio del periódico o tragarse los interminables anuncios, esta desinformación se paga con un cerebro intoxicado que lleva a muchos a actuar contra sus propios intereses.
No voy a poneros de ejemplo la sonada declaración de hacienda de Monedero, quien por cierto no ostentaba ningún cargo político, con la que nos bombardearon mientras miembros del PP (partido en el gobierno) se acogían a la amnistía fiscal, aunque cabe preguntarse por qué no se dio a cada uno de ellos el mismo espacio en los medios de comunicación, como mínimo. Tampoco os voy a hablar de lo bien avenidos que se ven en las fotos los presidentes de la nación española junto a los mismos dirigentes venezolanos que hoy acusan de haber sido demasiado cercanos a Podemos. Os voy a hablar de niños.
Hace poco se llenaban los programas televisivos con críticas inmisericordes y repetitivas contra Carolina Bescansa y otros diputados, porque esta señora se llevó a su bebé al congreso. No iban a debatir nada, solo era un acto protocolario y no era la primera vez que una madre se lleva a su hijo en situación similar. No fue la primera, ni será la última. A Pablo Iglesias y alguno más los vistieron de limpio unas cuantas veces por coger en brazos a la criatura, aunque estamos hartos de ver políticos haciéndose fotos con bebés para caer bien en campaña electoral y esto que cuento pasó después de las elecciones, no antes. Todavía no encuentro la importancia informativa de este suceso anecdótico si acaso, pero a lo mejor esos días no pasó nada en el mundo más importante para los "periodistas" y había que llenar el tiempo con algo.
Ayer vi esto, no en la tele, en el face:
Fran Rivera sostiene a su hija mientras torea. Si la niña baja la vista ve un animal con la lengua hinchada fuera de la boca, atravesado de cansancio y dolor, su espalda cubierta de sangre. Sólo por esto me parece ya una atrocidad; un cachorro viendo la tortura de otro. Pero además, si este ser sin alma que la sostiene da un traspiés o la vaquilla le da un topetazo, la niña puede sufrir graves lesiones. ¿Dónde están ahora todas esas voces?
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