El ministro que defiende la esterilización forzosa de discapacitados, impide abortar un feto con malformaciones
Alberto Ruiz Gallardón impartió ayer en el Congreso una lección magistral de la doble moral y el cinismo que rodea las ´actuaciones éticas´ de la derecha. Si hace apenas dos semanas el ministro justificaba y veía normal la esterilización forzosa de las mujeres con discapacidad, se declaraba ayer paladín de los derechos de un feto con malformaciones, por lo que estaq circunstancia, aunque implique riesgo para la madre, no será justificación para interrumpir un embarazo.
En efecto, gracias a la ‘reforma’ que prepara su ministerio, Gallardón no permitirá a la mujeres decidir sobre su maternidad ni siquiera cuando el feto presente evidentes malformaciones que incluso puedan poner en peligro la vida de la madre. Según declaró ayer el paladín de los embriones malformados, la discapacidad no puede significar una "merma de derechos" en una sociedad "avanzada y progresista" como es la española.
Sin embargo, este paternal espíritu protector se lo dejó olvidado en su casa el ministro Galardón hace apenas dos semanas, cuando, en respuesta a una petición de la asociación CERMI se negó a suprimir el artículo 156.2 del Código Penal que permite la esterilización forzosa de personas con discapacidad declaradas incapaces judicialmente porque considera que no se trata de una vulneración de sus derechos.Gallardón, torero, gustándose a sí mismo, con pleno desprecio de lo manifestado hace apenas unos días, remachó su faena demagógica espetando a los periodistas en el pasillo del Congreso, que "ningún discapacitado en España tiene que tener menos derechos que el resto de ciudadanos", ha reiterado en un par de ocasiones el titular de Justicia.
El ministro, interpretando un papel plenamente marxista (de Groucho Marx, entendámonos) remató sus declaraciones subrayando que esta igualdad de derechos “vale exactamente igual para aquellas personas que han nacido y para aquellas que están en proceso de nacer". Quizás sea que el ministro quiere conseguir más parroquianos a los que luego poder esterilizar sin contar con su criterio. Como bien decía Marx (Groucho) “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”, algo que la derecha aplica con la finura que conceden siglos de hipocresía.
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