Largaos
de una vez. Largaos, sí. Los que trincáis, los que habéis trincado, los
que permitisteis que otros trincaran y los que todavía hoy no hacéis
nada por que se deje de trincar. Todos. Sobráis, de verdad, dejadnos en
paz de una puñetera vez.
Dais asco. Vuestra falta de vergüenza ha llevado
la nuestra hasta límites que jamás deberíamos haber conocido. Y ahora
os cubrís el culo los unos a los otros, un culo que tenéis tan sucio que
hasta las pústulas de vuestra ignominia os han invadido el cerebro, y
ya no es posible distinguir vuestras declaraciones rellenas de mierda de
la peste que emana de un zurullo común.
Callaos. Callaos de
una vez. Dejad de contaminar los medios, las noticias y nuestro estado
de ánimo. Dejad de hacer comunicados y ruedas de prensa, disolved todos
los chanchullos, deponed vuestros privilegios y salid con la cabeza bien
baja y las manos en alto.
Dejad de desanimar a la gente.
Dejad de decirnos que todo fue por nuestra culpa. Dejad de tomarnos por
gilipollas. Ah, y no os atreváis a volver a decir que sois reflejo de la
sociedad en la que vivís. Que si robasteis fue porque os lo pusieron
delante. Que sois víctimas de un vacío legal, un entorno corrupto y una
dudosa moral. Que sois reflejo de la gente, representantes elegidos por
el pueblo. Vosotros no sois pueblo, vosotros sois escoria.
Devolvedlo. Devolvedlo todo. El dinero, las propiedades, los cargos, las
dietas, los sobresueldos, las comisiones, la dignidad que os quede y la
honorabilidad que algún día se os supuso. Y cuando hayáis acabado,
devolved la nacionalidad que se os dio por error. Porque no merecéis
formar parte ni de este ni de ningún país. No hagáis ni las maletas,
saltad por la borda, como las ratas, salid nadando. Y quien no sepa, que
se joda, francamente nos da igual.
Pedid perdón. Disculpaos.
Ante todo aquel que votó. Ante todo aquel que piensa seguir votando.
Porque ellos han creído en un sistema democrático que vosotros habéis
violado, sodomizado y puesto del revés. No, yo no os concedo la
presunción de inocencia. Porque cuando uno deja que ciertas cosas
ocurran, acaba siendo cómplice aunque solo sea por ignorancia, por
desidia u omisión.
Y por último, largaos, sí, pero sin dejar
rastro. Ni se os ocurra nombrar sucesores, ni gestores, ni primos
segundos que calienten vuestra silla. No tengáis la cara dura de
intentar dejar un legado. Vuestro único legado será la vergüenza. Y
tampoco os atreváis a interponeros nunca más entre la gente de bien y
sus lícitos objetivos. Porque en este país aún quedan ciudadanos,
empresas e incluso algún político honrado que construyen, que siguen
luchando y que ahora ya solo tienen una misión: que no les jodáis la
vida, que les dejéis hacer.
Pero sobre todo y ante todo, por
lo que más queráis, seguid ignorando estas órdenes, exigencias
demagógicas de un publicista que de vez en cuando hace el capullo en
televisión.
Seguid creyendo que no pasará nada. Porque así quedará menos para que pase.
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