Juan Pablo era un okupa argentino que vivía en Cataluña.
Los padres desde Argentina no podían comunicarse con él desde hacía dos semanas. Recibieron la noticia de su muerte y comenzaron a investigar las causas de la misma.
Les dijeron que se había suicidado. Ellos creen que fueron los mossos quienes lo asesinaron.
El Consulado argentino en Barcelona ya pidió explicaciones.
Seguimos a la espera de más noticias.
Los padres desde Argentina no podían comunicarse con él desde hacía dos semanas. Recibieron la noticia de su muerte y comenzaron a investigar las causas de la misma.
Les dijeron que se había suicidado. Ellos creen que fueron los mossos quienes lo asesinaron.
El Consulado argentino en Barcelona ya pidió explicaciones.
Seguimos a la espera de más noticias.
A 6/08/2012 recojo más información sobre este suceso:
Vivo aquí y no me he enterado hasta hoy... Principitoo Pablo me cuenta para que lo propaguemos por el mundo, lo siguiente:
"El ciudadano argentino Juan Pablo Torroija vivía en un Okupa de
Girona, España. Hace veinte días fue detenido por la policía y golpeado
de forma salvaje. Agonizó durante dos días en un hospital y murió en
circunstancias extrañas. Ni su familia ni el consulado argentino fueron
avisados de la muerte.
Hoy, el cónsul argentino en Barcelona,
Felipe Álvarez de Toledo, le exigió a la justicia española conocer las
causas de la muerte de Juan Pablo Torroija. “Esta mañana presentamos dos
escritos ante los tribunales: uno de ellos pidiendo conocer las
circunstancias de la muerte de Torroija, y otro para que el cuerpo no
sea inhumado”, explicó Álvarez. Los familiares esperan que la
Cancillería se sume al reclamo de esclarecimiento. Exigen una nueva
autopsia y ser parte querellante en el caso.
“La familia y
nosotros mismos conocimos los hechos hace muy poco. Por esta razón, la
causa debe permanecer abierta hasta que se esclarezcan los hechos de la
muerte de este ciudadano argentino”, agregó Álvarez de Toledo.
Hace siete años, Juan Pablo se fue a vivir a España. Quería estar al
lado de Jazmín, su novia de entonces. Se vinculó al movimiento okupa de
Barcelona, que busca recuperar viviendas abandonadas. El año pasado,
cuando la Marcha de Los Indignados se desperdigó por Europa, las cosas
se pusieron difíciles. A él y a todos sus compañeros de militancia los
echaron de los viejos edificios y empezaron a perseguirlos. Tuvo que
irse de la okupa Barna y llegó a Girona.
De 41 años y con una
hija pequeña, en la nueva ciudad tenía pocos amigos. Todos sus conocidos
estaban en Barcelona o en La Plata y Buenos Aires, sus territorios de
antes. Estaba buscando naturalizarse en España y por eso tenía sus
documentos en regla. En cada registro que firmaba, Juan Pablo dejaba el
teléfono de su excompañera española: por si lo necesitaban, por si
alguien lo buscaba.
El 10 de julio, a días de su cumpleaños,
Juan Pablo desapareció. Este sábado, tras 18 días de buscarlo y llamarlo
a los teléfonos de sus conocidos, la familia Torroija se enteró de que
llevaba muerto dos semanas. También supieron, en Argentina, que algo
extraño le había pasado.
Ese día, o tal vez el miércoles 11, la
Policía de Girona, conocida como Mossos d’Squadra, lo detuvo en la
calle. Estaba solo. Lo llevaron a la Comisaría Vista Alegre y de allí al
Hospital Trueta, en el centro de Girona; al menos la ambulancia
provenía de ese lugar. Aún no había amanecido. Tenía signos de
ahorcamiento. La Policía dijo que Juan Pablo había intentado suicidarse.
El relato de otro inmigrante dice algo diferente.
Un chico
italiano llegó el 13 de julio a la casa de Mariano, uno de los pocos
conocidos de Juan Pablo en la nueva ciudad. Le dijo que estaba en el
hospital y que unos policías lo habían ahorcado; eso le describió con
señas y casi en silencio. Después, el chico italiano se despidió. Solo
agregó que él también se iría: los Mossos d’Squadra lo habían amenazado y
ahora temía por su vida.
El conocido de Juan Pablo fue al hospital y lo vio agonizar. El cuerpo está guardado en una morgue judicial de Girona.
La familia Torroija se enteró este sábado de esa parte de la historia.
Tuvieron que esperar que un amigo de Juan Pablo fuera a España a
buscarlo y allí se encontrara con el relato de Mariano, el otro okupa.
“Nos dijo que cuando Mariano lo vio estaba todo golpedo en la cabeza, en
las costillas del lado izquierdo, en los brazos y con el cuello todo
marcado, no por soga, sino por trauma. Que en todos esos lugares estaba
cubierto con cinta blanca, como tapando los golpes”, contó una allegada
de la familia.
Los médicos del Hospital Trueta habían dicho que
el argentino tenía daños irreversibles por la asfixia. El 14 de julio,
Juan Pablo murió. Según sus familiares, quien lo vio con vida no pudo
avisarles porque no sabía cómo comunicarse: la Policía no le había
entregado los objetos personales, donde tal vez estaría anotado un
teléfono, un correo, una dirección.
El cónsul argentino aún no
ha tenido acceso a la causa. Su muerte debió ser informada al consulado
argentino en Girona, así también el proceso judicial que significó la
aprehensión. “El cónsul de Argentina en Barcelona se enteró el sábado de
la historia. Se presentó hoy al fiscal y no le dieron más explicación
que la informada en la autopsia. Hay en este caso violación a los
Derechos Humanos, estamos hablando de apremios ilegales y de torturas en
situación de cárcel”, dice una allegada a la familia.
Entre
Argentina y España hay un océano de distancia. Eso lo saben ahora los
familiares de Juan Pablo. Primero, no han podido investigar los hechos o
elevar un reclamo de justicia; segundo, no han logrado la repatriación
del cadáver. Los amigos del okupa, antes asentados en Barcelona, hoy
andan dispersos por toda España, no son ya el grupo cerrado y fuerte de
antes de la crisis económica, que podría luchar contra algún desmán
oficial. Sus conocidos en Girona son pocos y tienen miedo: temen que por
escarbar en el caso de Juan Pablo los persigan aún más, que, como dijo
Mariano, “se les vuelva a ir la mano”.
El hermanastro de Juan
Pablo, junto a su excompañera y su hija, se presentaron con abogados al
Juzgado N.° 1 de Girona. Sus intenciones eran que se realizara una nueva
autopsia y que los policías que actuaron en la detención fueran
interrogados. El juez desestimó ese pedido y agregó que no hay más para
investigar: que la muerte del okupa argentino fue un suicidio. Al paso
de los hechos, la causa será archivada en 15 días.
La respuesta
que obtuvieron las autoridades consulares no fue mayor. Les entregaron
el acta de la autopsia y el gobierno local les pidió disculpas por no
haber informado del fallecimiento del ciudadano argentino."
"El ciudadano argentino Juan Pablo Torroija vivía en un Okupa de Girona, España. Hace veinte días fue detenido por la policía y golpeado de forma salvaje. Agonizó durante dos días en un hospital y murió en circunstancias extrañas. Ni su familia ni el consulado argentino fueron avisados de la muerte.
Hoy, el cónsul argentino en Barcelona, Felipe Álvarez de Toledo, le exigió a la justicia española conocer las causas de la muerte de Juan Pablo Torroija. “Esta mañana presentamos dos escritos ante los tribunales: uno de ellos pidiendo conocer las circunstancias de la muerte de Torroija, y otro para que el cuerpo no sea inhumado”, explicó Álvarez. Los familiares esperan que la Cancillería se sume al reclamo de esclarecimiento. Exigen una nueva autopsia y ser parte querellante en el caso.
“La familia y nosotros mismos conocimos los hechos hace muy poco. Por esta razón, la causa debe permanecer abierta hasta que se esclarezcan los hechos de la muerte de este ciudadano argentino”, agregó Álvarez de Toledo.
Hace siete años, Juan Pablo se fue a vivir a España. Quería estar al lado de Jazmín, su novia de entonces. Se vinculó al movimiento okupa de Barcelona, que busca recuperar viviendas abandonadas. El año pasado, cuando la Marcha de Los Indignados se desperdigó por Europa, las cosas se pusieron difíciles. A él y a todos sus compañeros de militancia los echaron de los viejos edificios y empezaron a perseguirlos. Tuvo que irse de la okupa Barna y llegó a Girona.
De 41 años y con una hija pequeña, en la nueva ciudad tenía pocos amigos. Todos sus conocidos estaban en Barcelona o en La Plata y Buenos Aires, sus territorios de antes. Estaba buscando naturalizarse en España y por eso tenía sus documentos en regla. En cada registro que firmaba, Juan Pablo dejaba el teléfono de su excompañera española: por si lo necesitaban, por si alguien lo buscaba.
El 10 de julio, a días de su cumpleaños, Juan Pablo desapareció. Este sábado, tras 18 días de buscarlo y llamarlo a los teléfonos de sus conocidos, la familia Torroija se enteró de que llevaba muerto dos semanas. También supieron, en Argentina, que algo extraño le había pasado.
Ese día, o tal vez el miércoles 11, la Policía de Girona, conocida como Mossos d’Squadra, lo detuvo en la calle. Estaba solo. Lo llevaron a la Comisaría Vista Alegre y de allí al Hospital Trueta, en el centro de Girona; al menos la ambulancia provenía de ese lugar. Aún no había amanecido. Tenía signos de ahorcamiento. La Policía dijo que Juan Pablo había intentado suicidarse. El relato de otro inmigrante dice algo diferente.
Un chico italiano llegó el 13 de julio a la casa de Mariano, uno de los pocos conocidos de Juan Pablo en la nueva ciudad. Le dijo que estaba en el hospital y que unos policías lo habían ahorcado; eso le describió con señas y casi en silencio. Después, el chico italiano se despidió. Solo agregó que él también se iría: los Mossos d’Squadra lo habían amenazado y ahora temía por su vida.
El conocido de Juan Pablo fue al hospital y lo vio agonizar. El cuerpo está guardado en una morgue judicial de Girona.
La familia Torroija se enteró este sábado de esa parte de la historia. Tuvieron que esperar que un amigo de Juan Pablo fuera a España a buscarlo y allí se encontrara con el relato de Mariano, el otro okupa. “Nos dijo que cuando Mariano lo vio estaba todo golpedo en la cabeza, en las costillas del lado izquierdo, en los brazos y con el cuello todo marcado, no por soga, sino por trauma. Que en todos esos lugares estaba cubierto con cinta blanca, como tapando los golpes”, contó una allegada de la familia.
Los médicos del Hospital Trueta habían dicho que el argentino tenía daños irreversibles por la asfixia. El 14 de julio, Juan Pablo murió. Según sus familiares, quien lo vio con vida no pudo avisarles porque no sabía cómo comunicarse: la Policía no le había entregado los objetos personales, donde tal vez estaría anotado un teléfono, un correo, una dirección.
El cónsul argentino aún no ha tenido acceso a la causa. Su muerte debió ser informada al consulado argentino en Girona, así también el proceso judicial que significó la aprehensión. “El cónsul de Argentina en Barcelona se enteró el sábado de la historia. Se presentó hoy al fiscal y no le dieron más explicación que la informada en la autopsia. Hay en este caso violación a los Derechos Humanos, estamos hablando de apremios ilegales y de torturas en situación de cárcel”, dice una allegada a la familia.
Entre Argentina y España hay un océano de distancia. Eso lo saben ahora los familiares de Juan Pablo. Primero, no han podido investigar los hechos o elevar un reclamo de justicia; segundo, no han logrado la repatriación del cadáver. Los amigos del okupa, antes asentados en Barcelona, hoy andan dispersos por toda España, no son ya el grupo cerrado y fuerte de antes de la crisis económica, que podría luchar contra algún desmán oficial. Sus conocidos en Girona son pocos y tienen miedo: temen que por escarbar en el caso de Juan Pablo los persigan aún más, que, como dijo Mariano, “se les vuelva a ir la mano”.
El hermanastro de Juan Pablo, junto a su excompañera y su hija, se presentaron con abogados al Juzgado N.° 1 de Girona. Sus intenciones eran que se realizara una nueva autopsia y que los policías que actuaron en la detención fueran interrogados. El juez desestimó ese pedido y agregó que no hay más para investigar: que la muerte del okupa argentino fue un suicidio. Al paso de los hechos, la causa será archivada en 15 días.
La respuesta que obtuvieron las autoridades consulares no fue mayor. Les entregaron el acta de la autopsia y el gobierno local les pidió disculpas por no haber informado del fallecimiento del ciudadano argentino."
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