La patente de corso (del latín cursus, «carrera») era un documento entregado por los monarcas de las naciones o los alcaldes de las ciudades (en su caso las corporaciones municipales) por el cual su propietario tenía permiso de la autoridad para atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas. De esta forma el propietario se convertía en parte de la marina del país o la ciudad expendedora.Poseer la patente de corso significaba que podias rapiñar lindamente barcos y poblaciones, y es una expresión que se usa para indicar el abuso. El estado de excepción ha sido justo eso en Ciñera, para dar via libre a la Guardia Civil, que ya hemos visto que no se ha cortado un pelo.
Las patentes de corso fueron muy utilizadas en la Edad Media y en la Edad Moderna cuando las naciones no podían costearse marinas propias o no lo suficientemente grandes. De esta forma Francia e Inglaterra las utilizaron ampliamente y España hizo uso de ellas muy tardíamente y en pocas ocasiones. También fueron utilizadas por las naciones americanas durante las guerras de Independencia. Se abolieron en 1856 en el Tratado de París, que dio fin a la guerra de Crimea.
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