La vida es un continuo sopesar beneficios e inconvenientes, y según eso decidir. Aguantamos durante años situaciones que aborrecemos sólo porque sabemos que para salir de ellas hay que pagar un precio demasiado alto, tan alto que compensa resignarse. Todos quisiéramos ser totalmente libres, no hacer nada que no queramos hacer, no tener cerca a quien no soportamos; pero no es tan sencillo como simplemente decir no. En nombre de la paz y la armonía, cuanto se puede llegar a encajar.
Sin embargo, la vida es también un continuo sorprenderse, y ocurre que te plantas esperando que todo tu mundo se derrumbe a tu alrededor y lo que te encuentras es que algo se te había pasado. También los otros se enfrentan a un precio que deben pagar, y no están dispuestos a afrontarlo.
Me ha pasado, varias veces en mi vida. Llega un momento en que una sola cosa, que no tiene por qué ser muy importante, colma el vaso de mi paciencia y algo dentro de mí se niega a someterse, y me da igual que personas tengan que desaparecer de mi vida, en qué situación económica me quede o qué conflicto se genere; simplemente cada fibra de mi ser dice NO. De esa manera he apartado de mí a quien creía estar en posición de utilizarme o simplemente hacerme daño, y sólo me he arrepentido, todas las veces, de no haberlo hecho mucho antes.
Cuando te has pasado desde la adolescencia pensando sólo en sobrevivir, puedes cometer el error de olvidarte de pensar en ser feliz. No consintáis nunca que nadie os robe la ilusión ni os borre la sonrisa, si la paz y la seguridad tienen tan alto coste mejor arriesgarse. No sé que va a pasar con mi vida, no sé si la casa donde vivo será ya la última como yo quisiera o si en mi vida ya sólo va a haber una sola persona como deseo, conmigo hasta el final; lo que sé es que después de mucho tiempo hoy vuelvo a reír con ganas y a tener objetivos, sueños y esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario