Por mucho que hayas visto, seguirás viendo cosas que te sorprenderán. Cada persona es un mundo y hay mundos muy extraños.
Hay
quien no puede aceptar que la gente a la que quiere supere cierto grado
de maldad, y en vez de reaccionar y rechazar a esa persona piensa que
no puede ser tan malo, que las cosas que hace indican que está enfermo,
que está mal. Tal vez esto que es nuevo para mí sea de lo más corriente;
yo me maravillo de hasta que punto puede uno vendarse los ojos para no
ver.
Por desgracia yo si veo la maldad por mucho que me
parta el corazón esa imagen, y no busco escusas surrealistas en
enfermedades mentales. Cada uno actúa por unos motivos, y los motivos
que nos mueven definen quienes somos.
Y llegado ese
pensamiento no puedo menos que preguntarme qué me mueve a mí a parte de
la inercia, y no lo sé. No comprendí nunca a muchos tíos que se mueven
por sexo, es algo por lo que yo no levantaría la más pequeña piedra, ni a
los obsesionados con el dinero y la vida de lujo. No comprendo a esos
que buscan pareja o poder comprarse un coche de gama alta por la misma
razón; para luego pasearlos y lucirlos. Yo no entiendo nada de eso.
Para
mí la felicidad es tener cerca a quienes quiero y que sus miradas me
digan que yo les doy felicidad también, es que mi hija me abrace cuando
nos cruzamos por el pasillo. Felicidad es que la persona que está en tu
mente se acuerde de ti y te mande un mensaje sólo para decírtelo. Esas
pequeñas cosas son las que hacen que haya paz en el alma.
Por
lo demás, con un cacharro que te traiga y lleve, una casa caliente en
los inviernos y algo de dinero de sobra para tomarte unas cañas ¿Para
qué más? La gente roba, se apropia de lo que no es suyo, y no para tener
nevera llena y gasoil en el depósito, sino para cenas que valen tres
veces lo que muchas familias gastan en todo un mes, fines de semana en
hoteles de lujo, cuatro coches que no usan en su garaje y ropa de tal o
cual diseñador. Nos roban, nos asfixian a impuestos para vivir con lujo
osceno mientras cada vez más gente no puede tener lo mínimo no ya para
ser felices, para sobrevivir.
Son psicópatas, pero su
enfermedad no les nubla el juicio, saben lo que esta mal y lo que está
bien, y mienten para ocultar el mal que están haciendo. Hicieron las
leyes para hacer del estado su cortijo, y ahora nos dicen que sigamos
las reglas del juego, esas hechas para que siempre salgamos perdiendo.
Lo
que yo necesito para ser feliz no lo compra el dinero, y para vivir con
mi trabajo me apaño, que se vayan y me dejen en paz, a mí y a todos. No
les queremos, y por mucho que mientan no nos convenceran de que los
necesitamos
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