La cesta de la compra es la última frontera
del gasto familiar que ha traspasado la crisis. Antes han caído ya otras
partidas más prescindibles. La adquisición de un automóvil pasa por ser
una de las decisiones más costosas en muchos hogares y fue una de las
más afectadas nada más estallar la Gran Recesión. El año pasado apenas
se vendieron 700.000 coches, menos de la mitad que en 2008.
Como ocurre en todos los mercados, cuando no hay más remedio que
cambiar de coche, se opta por la opción más barata: en octubre se
vendieron cuatro turismos usados por cada uno nuevo, cuando en 2007 la
relación era de uno a uno. En paralelo, cae también el consumo de
gasolina y gasóleo (hasta noviembre de 2012, un 6% menos que el año
anterior), que ya está en niveles de 1997.
El gasto familiar en vacaciones aguantó algo más, pero en 2012 el
turismo nacional también encajó números rojos. El número de
pernoctaciones hoteleras de residentes españoles descendió un 8,2%, en
nítido contraste con el turismo extranjero, que se apuntó un incremento
del 2,3% en pernoctaciones hoteleras.
La debilidad del consumo ha llegado incluso a móvil, un producto que
ha cosechado un éxito espectacular en la última década. 2012 fue el
primer año en el que la telefonía celular registró una caída
significativa, con cerca de dos millones de líneas menos (hasta las 56,4
millones), según los datos que maneja el sector.
El sector alimentario ha sido tradicionalmente uno de los más
resistentes a la crisis, por motivos obvios: se pueden renunciar a las
vacaciones o a renovar un automóvil, pero, con más o menos caprichos,
las compras de alimentación siguen realizándose. Aunque esta crisis ha
enseñado a los consumidores españoles a buscar los precios más baratos
el tirón que supermercados de precios más bajos (los llamados discounts, en la jerga de la distribución, como Mercadona o Dia) ha presionado a la baja los precios.
También los alimentos más baratos resisten mejor la crisis que los
caros. Los datos de octubre muestran cómo la caída del consumo de aceite
de oliva (15,7%) contrasta con la subida de la variedad de girasol
(1%); también cómo muchos hogares han renunciado al vino (han bajado un
9,4% los vinos sin burbujas y un 9,8% los espumosos).
Las empresas españolas han cerrado otro año con facturación global a
la baja. A falta de los datos definitivos, el director general de la Federación de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB),
Horacio González, explica que “en 2011 el sector vio una caída del
valor del 1,3% y esperamos algo similar en el cierre de 2012”. Aun así,
admite que el ejercicio recién acabado “ha sido muy extraño, muy
desigual, las empresas coincidían en que el verano ha sido bueno pero al
acabar se ha notado un bajón”.
González advierte, en cualquier caso, de que el de la alimentación
sigue siendo el sector que mejor aguanta los vaivenes del consumo,
aunque no es inmune a la duración de esta crisis. Y 2013 será duro
porque el poder adquisitivo de sus potenciales clientes caerá: la subida
de precios (por el alza de las tarifas reguladas y de los impuestos) y
el frenazo o merma de los ingresos de los españoles (sin contar las
rebajas salariales de empresas privadas, los funcionarios tienen el
sueldo congelado y la pensión de los jubilados crecerá entre 1% y un
2%).
Ahora los políticos dirán que hemos comido por encima de nuestras posibilidades y propondrán darnos pienso a base de restos triturados de sus banquetes.
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