29 mar 2016

Kutxi Romero - No me beses en la boca



Letra de "No Me Beses en la Boca", de Kutxi Romero:

En este patio de muertos me toca vivir
Son veinte y la cama, almíbar seré
Mientras se cuecen las habas, te quiero decir
Olvídame fuerte, igual que te amé
Nunca seremos harina del mismo costal
Le pido lumbre a sus ojos y se echa a llorar
Me bebo el aceite por ti de los pezones del aire
Tierno estaré, y aún así
No me beses en la boca, soy vinagre

Replegaré las ojeras, no pienso remar
Iré contra el faro, Tú desnudaté
Llevate miel y maldice mi estampa al pasar
deshojame el trébol, yo te mentiré
Nunca me cuadran las cuentas después de volar
Salen impares las alas, los nidos de más
Me como las pieles por ti, de los nudillos del aire
Sólo estaré, y aún así
No me beses en la boca, soy cemento


Me empapo de otoño por ti
Sé que los labios te arden
Frío estaré y aún así
No me beses en la boca, no soy de nadie...

28 mar 2016

"VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN", de Miguel Hernández

Merece la pena recordar a Miguel Hernández, el que quiso leones en vez de bueyes sobre esta tierra que, mucho me temo, sigue pareciendo de borregos. Siempre tuve debilidad por la poesía, es a la razón como la pasión es al amor. Permite volar por encima de todo aquello que es sensato, acorde a las normas y comúnmente aceptado pero, sin embargo, muchas verdades sólo pueden expresarse así, libres de esos barrotes.

Aquí dejo el poema, que merece  ser leído deteniéndose en cada verso.

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

20 mar 2016

Buenos días, Sol

Hoy empieza la primavera. Es extraño como me afectan las estaciones, cuando vuelve el Sol las penas y los dolores, físicos o emocionales, que pudiera tener parecen difuminarse. Parece volver la esperanza si estaba perdida.

Todas las decisiones que nos llevan a cambiar lo que somos terminan cambiandolo todo. Yo decidí no volver a olvidar nada más, después de pasarme la vida intentando olvidar; decidí aceptar mi parte en las culpas pero también asignar a quien correspondan las demás partes.

Vuelve el Sol y sigo aquí, un año más vieja y un poco más cansada, pero me encuentra en pie. Celebremos que estamos vivos.

17 mar 2016

Ada Colau, los que sirven y la moral del esclavo

Siempre he dicho que hace más de un siglo que nos gobiernan los mismos, pero gobiernan es mala palabra que no se ajusta a la realidad; nos explotan los mismos. Siempre la misma gente, las mismas familias, la misma casta. Su gran logro ha sido convencernos de que eso es lo mejor para nosotros, que mejor vivir sometidos o no sabremos mantener la civilización en pie, "ellos o el apocalipsis" decía Pablo Iglesias que era el mensaje que nos transmitían.

Para trabajar todos, hay que ser esclavo; si pretendemos derechos laborales dejarán de contratarnos; la forma en que suplirán el personal que necesitan no lo dicen.

No sé en qué momento la gente se volvió tan sumisa, tan convencida de que los de arriba saben lo que hacen y de que, de todas formas, nada podemos hacer por defendernos. Nos impongan lo que nos impongan es lo que hay y todos callados; callados hasta después de legislar para amordazarnos.

Cierto que tienen el poder, basta con controlar los medios de información. Pueden permitirse el lujo de ensañarse con titiriteros por una sátira, que puede ser de mal gusto o no pero no debiera ser delito en un país libre, pueden pedir dimisiones por unos post en Internet... Pueden hundir a cualquiera por las chuches que robó a los cinco años... Pero ellos se saben impunes, y muchas veces lo que hay en sus mentes sale por sus bocas con tanta claridad que me asombra ver como les continúan votando aquellos a quienes desprecian.

Lo que viene a continuación lo leí anoche, y me pareció algo tan lúcido y tan profundamente cierto que me voy a permitir la licencia de publicarlo aquí aunque el texto no sea mío. Coincido totalmente con lo que en él se dice.


Carta abierta de un hijo de una limpiasuelos

Soy hijo de una mujer que con nueve años empezó a limpiar suelos en casa de unos señoritos de mi pueblo. Esa mujer ahora tiene 72 años. Creció sin padre en una España enlutada y de silencio en la que las mujeres que fregaban suelos no trabajaban, servían. “Yo de chica servía”, ha dicho mi madre en más de una ocasión.
Servir significaba lo que significaba. Trabajar mucho, quejarse poco, ganar menos todavía y aceptar que tu nivel social y expectativas de futuro estaban a la altura del suelo al que te arrodillabas para fregar a mano, por donde, una vez limpio, desfilarían los zapatos finos y elegantes de quienes pensaban que nacer pobre era un castigo divino porque ellos, su fortuna y bienestar, era lo que se merecían.
En su sociedad de perdedores y ganadores, el trozo de bacalao diario con el que le pagaban a mi madre por servirles era lo más a lo que podía aspirar una pobre desgraciada, hija de perdedores de la guerra civil y analfabeta. Pero aquella pobre y analfabeta mujer, de la Extremadura de posguerra, contra todo pronóstico no olvidaría jamás su memoria ni perdería la dignidad. Yo, su hijo, tampoco lo olvidaré nunca.
Aquella dignidad de mi madre consiguió que, harta de que le pagaran en “trocitos de bacalao” en lugar de dinero, un día se ‘jartara’ y les tirara en señal de desprecio el bacalao a los señoritos, que era el salario que le daban a mi madre a cambio de perder toda su adolescencia tirada en el suelo de rodillas para que ellos pudieran lucir estatus. Esa mujer, mi madre, antes había acarreado cubos de agua de la fuente pública a casa de los señoritos, los abuelos y padres ideológicos de los que hoy creen que Ada Colau “tendría que estar limpiando suelos”.
En el intento de insulto de la derecha cañí a Ada Colau más que insulto a la alcaldesa de Barcelona, lo que se esconde es el arsenal de desprecio y rabia que tienen y han tenido por las personas trabajadoras, a las que el máximo nivel que les permitían ocupar era el del suelo, de rodillas frente a su insaciable voracidad y odio por la gente sencilla.
En la gala de los Goya también insultaron a Pablo Iglesias y a Alberto Garzón porque “parecen dos camareros”, como si ser camarero fuera el escalafón más bajo de su sociedad clasista en la que nacer en una cuna pobre bastaría para que toda la vida estuvieras de rodilla. No insultaron a Pablo Iglesias y a Alberto Garzón, sino que mostraron todo el odio que les sangra por la gente que les pone los cafés por la mañana.
Hoy, aquellos hijos y nietos de las mujeres que le fregaron los suelos a los abuelos y padres de la derecha española, andamos por la calle con la misma dignidad con la que mi madre les lanzó el bacalao a los señoritos que se negaban a pagarle el jornal que merecía. Somos los hijos e hijas y nietos y nietas de las mujeres que les han fregado los suelos, pero somos algo más.
Además de títulos universitarios y ser hijos e hijas de la universidad pública que ahora quieren privatizar para que volvamos a estar a la altura del estropajo que usaba mi madre para fregar el suelo, sabemos de dónde venimos. Somos el símbolo más evidente de su derrota, los podemos mirar a los ojos y hasta ocupar los sillones de alcaldes, ministros y diputados en los que ellos se sentaban por la gracia de Dios. Y lo que es peor, tenemos memoria.
Raúl Solís