Pocas veces es uno consciente de que está haciendo algo por última vez. Tampoco sabe uno como de larga o seria o intensa va a ha ser una relación de amor o de amistad cuando comienza. En realidad no sabemos nada, no comprendemos bien nada hasta que el tiempo nos cuenta verdades a veces conmovedoras y otras crueles sobre la realidad que no vimos.
Recuerdo una canción escrita por un buen amigo a una chica que fue su novia durante muchos años. Era una canción llena de respeto, cariño e incluso admiración por la muchacha, lo cual lo honra a él pues pocos hombres reconocen el valor en la mujer que amaron cuando ya no la aman, y también a ella. En esta canción estaban los siguientes versos "Nuestros caminos se alejan al fin, y sé qué llevas la herida del tiempo"
Esa es mi sensación ahora cuando pongo fin a mi matrimonio, que lo que duele es el tiempo, el haber intentado siempre construir un hogar, el haber esperado envejecer juntos porque hubiéramos sabido entendernos, y ver que no ha podido ser así y debo empezar de nuevo sola a construir una vida que me de la paz que no tuve con él.
Cometí muchos errores, creí que se puede cambiar a las personas, otras veces me rendí y simplemente viví al día intentando buscar felicidad al margen de la persona que supuestamente me la debería dar. Los años hicieron que la persona que estaba a mi lado fuera para mí mi única familia, aunque fuese una familia a la que yo no importaba, que pensaba siempre de mí lo peor, que miraba con lupa cuanto yo hacía y decía para justificar sus broncas, Alguien que de pronto te deja sola o que continuamente te recuerda que no le importa dejarte, que para él un segundo después de irse tú ya no serás nada. Por mucho que pelees con alguien porque le da igual lo que te pase y cree que eres idiota, le seguirá dando igual y tu opinión o los acuerdos a que leguéis no serán dignos de tenerse en cuenta.
No, las personas no cambian. Tal vez lea esto alguien que haya vivido algo similar a lo que ha sido mi vida, pero no espero que mi experiencia le valga a nadie; no se escarmienta en carne ajena.
Hoy sé que no había otro final posible que este. La noche del día en que tomé la decisión escribí lo siguiente, hace ya casi dos semanas:
"Normalmente sabemos lo que debemos hacer, lo que ocurre es que estamos en un edificio en llamas, viendo abajo la lona de los bomberos y pensando con terror en la caída. Al final vas a saltar, pero con el culo quemado."