Durante toda la historia de nuestra democracia, los partidos políticos más votados, y sobre todo los dos que se han alternado en el gobierno, han seguido unas reglas del juego. Cada uno tenía su público y su opinión sobre diversos temas, sobre todo de índole moralista. El PP defendía las costumbres tradicionales de una sociedad mojigata, con la moral católica como modelo a seguir, mientras que el PSOE simbolizaba la liberalidad moral. Peleaban por este tipo de cuestiones, pero en lo básico sobre lo que era dedicarse a la política eran exactamente iguales. Las retribuciones y condiciones de jubilación de los políticos se fijaron así en niveles vergonzosos, más si tenemos en cuenta que se trata de un país con un nivel de vida muy bajo, y con una falta de desarrollo industrial que mantiene siempre los niveles de paro altísimos... Bueno, fueron bajos cuando la especulación nos llevó a construir a toda velocidad con dinero prestado, cosa que permitieron porque enriquecía a los bancos y las empresas que, no siendo políticos, se pueden considerar casta porque son una misma cosa a la hora de expoliar este país.
PP y PSOE andaban en liza sobre el matrimonio gay, el aborto y otras cosas por el estilo, pero estaban de acuerdo en lavar los trapos sucios en casa. Era de conocimiento general la corrupción en todas las instituciones públicas, el enriquecimiento más allá incluso de los oscenos sueldos, el enchufismo, la especulación con los terrenos, los sobrecostes en obras públicas pagadas por todos, las obras en sí innecesarias hechas sólo para cobrar las comisiones bajo manga... Para que recordar cosas como el Aeropuerto de Castellón, o el de Corverá aquí en Murcia. Un montón de ineptos, provenientes de familias de ineptos, pero que sabían muy bien hacer su papel, nos han gobernado. Muestra suprema de ineptitud, el famoso plan E de Zapatero, que a las puertas de la bancarrota gasta el dinero de las arcas en hacer obras en ayuntamientos, la mayoría innecesarias por añadidura, en vez de invertir en un desarrollo industrial que produjese puestos de trabajo estables. La aristocracia española nunca ha visto más allá de sus narices.
Y aparece Podemos, libre de muertos en sus armarios, sin temor de decir la verdad. Dispuestos a usar las armas que la democracia dio al pueblo; las urnas. Por primera vez alguien cuenta claramente lo que ocurre en este país, y la gente, harta ya de pasar penurias y con medios a su alcance para informarse, les escucha. Internet ha hecho que escapemos al control mental que ejercía el PPSOE sobre nosotros a través de unos medios de comunicación muy controlados, eso es lo que ha dado una oportunidad a un movimiento ciudadano como es Podemos.
El sábado, en un programa de televisión, Pablo Iglesias y Esperanza Aguirre tuvieron ocasión de hablar, y me dio vergüenza ajena de escuchar a la Espe. Dice no ser populista y no comprendo como se puede tener una cara tan dura, cuando al mismo tiempo echa mano de ETA para intentar asustarnos. Os recuerdo que ETA actualmente se ha quedado en poco menos que club de petanca. Hubo algo que dijo esta señora que fue ya el colmo de la manipulación: "Repite conmigo, todos los etarras son asesinos". Voy a intentar que se me entienda bien esto que voy a decir, porque lo último que quiero es que nadie piense que defiendo a personas que apoyan a asesinos, ni que defiendo a ETA.
Nadie puede afirmar en un medio público, quedando constancia de ello, que "todos los etarras son asesinos" porque puede enfrentarse a una demanda judicial. Asesino, según la ley, es aquel que comete el hecho de matar a una o más personas de forma intencionada, El que ayuda al asesino será complice, el que lo enaltece cometerá delito de apología, pero no es un asesino. Yo condeno todo tipo de terrorismo, pero no puedo decir que todo el que pertenece o colabora con una banda terrorista es un asesino, simplemente porque tomadas literales mis palabras estaría mintiendo. Pablo Iglesias ha dicho hasta el hartazgo que Podemos condena todo tipo de terrorismo incluido por supuesto el de ETA, pero esta señora no quiere renunciar a este argumento.
Lo que teme la casta es que las practicas totalmente ilegales que son sus usos y costumbres no sigan quedando impunes, y no poder seguir enriqueciéndose con ellas. Temen perder su chollo y temen ser juzgados por sus delitos sin un gobierno "amigo" que los indulte.
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