Esta es una conclusión a la que hemos llegado una amiga y yo en largas conversaciones de whatsap.
Lo que más duele cuando ves que alguien que quieres te ha mentido y, lo que es peor, te ha representado tal teatro que alucinas de que no le den un Oscar honorífico, no es la traición en sí, ni el no estar ya con él, ni el tiempo perdido (ella perdió 6 años, por eso ahora necesita hablar de ello); lo que más duele es que no puedes mandar en lo que sientes, le sigues queriendo aunque no desees ni que te lo nombren, y sabes ya quien es.
Las personas inseguras, aquellos que ven difícil conseguir a alguien y encima no pueden vivir si no tienen a alguien, no se mueven por amor; yo no necesito estar con alguien, puedo estar muy bien sola (aunque reconozco que en mi vida he estado sola). Yo deseo estar con una persona determinada en determinado momento, no que haya "alguien", y por tanto nunca tendré necesidad de sopesar opciones en base a quíen me conviene más, o con quien preveo mejor futuro; en el amor no hay futuros. Pero la gente insegura que ve en cada persona que no le mira mal una opción para conseguir no estar solo, juega con sus opciones como yo puedo jugar con mis opciones de conseguir este trabajo o aquel otro. Necesitamos trabajar, valoramos el sueldo, las condiciones laborales, la posibilidad de permanecer en el puesto.... porque necesitamos trabajar.
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