"Si el toro sobrepasa los límites designados o los lanceros
no son capaces de matarlo, será indultado. ¿Cuántos toros de la Vega han
resultado afortunados con este 'perdón'? Pues, que se sepa, dos, en
1993 y 1995. Cuando indultaron al primero, de nombre ‘Bonito’, ni los
más viejos del lugar recordaban algo así; en medio siglo, decían (según
una crónica de la época de la agencia Colpisa), nunca había sucedido
algo semejante. 'Bonito', de 500 kilos y criado en la ganadería
salmantina de Valverde, logró superar a sus perseguidores, no sin
propinar antes alguna cornada (cuatro participantes necesitaron
asistencia médica) y recibir más de un lanzazo, y alcanzó la salvadora
muga, donde ya no puede ser perseguido. Así las cosas, los organizadores
decidieron darle otra oportunidad y lo indultaron, pero, como recogió
una información de ‘El Norte de Castilla’, murió después como
consecuencia de las heridas que había sufrido.
Sólo dos años después, 'Presumido' logró la misma gesta.
"Bravo, ágil, sabio, ligero de pies y fuerte", como lo calificaron los
propios miembros del Patronato en su crónica de aquel año: "Se internó
en la vega y llegó a salir a las junqueras del camino (...) metiéndose
por último en un maizal, dándose por finalizado el torneo y declarando a
'Presumido' vencedor del mismo". Un artículo publicado también en ‘El
Norte de Castilla’ cuatro años después rememoraba cómo fue necesario
recurrir a un instructor de vuelo del Aeródromo de Matilla para
localizar al astado, invisible entre las plantas cargadas de mazorcas.
La Guardia Civil era la encargada de encontrarle para que después fuese
conducido a los corrales, donde debía vivir el resto de sus días a
cuerpo de rey, comiendo, durmiendo y haciendo hijos. O eso suelen decir.
Pero el lugar que había elegido para cobijarse jugó en contra de
'Presumido'. Los agentes no podían salir en su busca a pie para no darse
de frente con el toro. "Así que nos llamaron para que acudiésemos con
el ultraligero y diéramos la posición exacta, ya que desde el aire
podíamos verlo", comentaba Fernando Pradera, el piloto. Tras
localizarlo, dieron las coordenadas, "y un guardia civil del puesto de
Castronuño de nombre Usero, con un disparo de su Cetme abatió al toro",
contaba la crónica del Patronato"
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