Este blog siempre ha sido dejar por escrito mi vida y su banda sonora, y ahora la canción que suena en mis duras mañanas es la que hay al pie de esta entrada.
Te levantas y te vas a esa casa de locos que es mi centro de trabajo, a intentar enseñar a críos que también se han puesto la buena cara para que nadie sepa que les falta cariño, reglas de vida y a veces hasta lo más básico. Tú puedes escapar de allí, tener otro destino el próximo curso, o al siguiente, según tu suerte; pero al final te irás porque quieres y puedes irte. Ellos no pueden escapar del entorno social y la familia que les tocó... Igual que yo no pude escapar de la mía. Tal vez cuando crezcan salgan de ahí, pero llevarán siempre, como lo he llevado yo, el trauma de no haber sido ni queridos ni cuidados, y tal vez repitan, como lo hice yo, la historia con sus propios hijos. La repetirán porque nadie les enseñó como se ha de querer y cuidar a un niño, y aunque tengan buena fe lo pueden hacer muy mal.
Me pongo la buena cara porque no me queda otra que seguir, porque si me paro a pensar que la persona que me importa de largo más que yo misma, la persona a la que sería mi peor pesadilla sobrevivir, no quiere saber nada de mí, si me anclo en esa idea, no puedo seguir viviendo. Ya otras veces me dejó de hablar, otras veces perdí contacto, pero siento que esta vez es para siempre, y además con la noticia de que está enfermo; yo no podré estar a su lado para cuidarle, no me dejará.
Me pasé la vida trabajando para que no tuviese que pasar por lo mismo que yo, para dárselo todo y que pudiera estudiar y tener un futuro maravilloso. No me di cuenta de que no necesitaba eso, me necesitaba a mí porque no había nadie más, porque su padre era una mala persona que nos destruía a los dos.
Me pongo la buena cara y busco en mis pocos amigos el calor que saque los puñales helados que me están matando. Intento estar bien, ordenar mi vida y dejar de huir del dolor simplemente desconectando de la realidad. Demasiados meses ya he estado solo trabajando, o durmiendo o bebiendo.
Estoy intentando aprender a apreciar lo que tengo en vez de llorar por lo que no puedo tener. No puedo tener a mi hijo hasta que él recuerde que le quiero y que me quiere, así que me he sorprendido esta mañana cambiando el mal humor por cariño hacía esos críos que tanto lo necesitan. No puedo tener al hombre que quiero porque no existe, fue una idea que yo me creé y la persona real es un niño cruel que juega conmigo, que me hace sufrir por salirse con la suya y hacer lo que quiere, y luego vuelve a volverme a destrozar, así que me refugio en quien me desea y me da calor. No tengo una familia que me apoye, nunca la tuve, así que vuelvo a buscar consuelo en los amigos que ya otras veces estuvieron allí cuando todo se hundió... Y mientras camino con esas muletas, espero a que pase la tormenta y vuelva a salir el sol. A veces la única salida es la resiliencia, a veces no puedes hacer nada por cambiar lo que te pasa porque dejó de depender de ti o simplemente nunca dependió de ti.
Hay que ponerse la buena cara y buscar cada día, si razón no encuentras, la fuerza para seguir viviendo. Hay que ponerse la buena cara, no porque pienses que hay gente que está peor y no hay derecho a quejarse, sino porque es tu única posibilidad para no rendirte, para seguir esperando que vuelvan las ganas de vivir.
Esta canción habla de gente que está peor que yo, y aún así salen al mundo con una sonrisa.