29 may 2015

Aferrarse al poder y caza de brujas

Asistimos con vergüenza ajena al derrumbe de la casta, me voy a explicar.

Han intentado, desde el poder absoluto que da la mayoría absoluta, callar al pueblo que se supone sirven y en el cual reside el poder según la constitución de 1978. Mientras lo hacían no paraban de hablar de "estado de derecho" y "democracia", hasta dejar sin significado esas palabras. Se ha perseguido a la gente que se manifestaba en su contra, se han desalojado centros culturales de los barrios, se ha llamado populistas y se ha acusado de querer acabar con la democracia al movimiento 15M; les pidieron que si no estaban de acuerdo formaran un partido y compitiesen en las urnas, cuando lo hicieron pasaron a llamarlos ETA, bolivarianos... no ha habido escrúpulos a la hora de mentir.

Pero en nuestra sociedad ya no es tan fácil mentir, ya no basta con controlar los grandes medios; cada ciudadano es un par de ojos a través de los cuales muchos pueden mirar. Las imágenes de los robocop golpeando a manifestantes pacíficos, las pelotas de goma que costaron un ojo a Esther Quintana, los desahucios de familias sin darles opciones de un techo (y daba igual que hubiese niños, ancianos o enfermos)... todo ha fluido por la red, y la ley mordaza ya no podrá hacernos callar. Nada va a hacernos callar ahora.

En las elecciones europeas, un partido recién formado obtuvo cinco escaños. Se trataba de una formación nacida del 15M y liderada por intelectuales, profesores universitarios. Un señor con pendiente y pelo largo comenzó a ser escuchado desde su propio programa (la Tuerka) y desde alguno de los grandes medios. Era un profesor de la Complutense de Madrid que se atrevió a llamar casta a la élite que desde siempre nos explota, a proponer una política para la gente corriente de este país y no para los grandes poderes económicos. Pablo Iglesias nos enseñó a llevar la cabeza alta, que no se trata de tener amos sino de elegir quien administre lo de todos pensando en todos y rindiendo cuentas.

Ahora la casta h
a perdido lo último que ganaron hace ya muchas décadas: Madrid. Les pesan todas las derrotas, pero el ayuntamiento de Madrid era el buque insignia; junto con Barcelona son el signo inequívoco de que la gente por fin está despertando. Esperanza Aguirre ha intentado todo lo posible por mantenerse allí al mando, con las manos en la masa. Propuso un pacto de todos contra Manuela Carmena, luego un gobierno de concentración junto con todos incluida Manuela. Todos le huyen como a una apestada, nadie quiere mancharse con la inmundicia que rezuma del PP por todos los poros, esa corrupción que hace funcionar noche y día las trituradoras de documentos en los consistorios; intentan hacer desaparecer las huellas de sus trapicheos millonarios antes de que entren los nuevos y toda la información caiga en sus manos. 

Asisto a todo esto con repugnancia y vergüenza ajena, esperando a noviembre para ver a esa gentuza sin corazón ni cerebro ni valor salir de los puestos de poder; quiero justicia, quiero verlos ante un juez... Un juez que no actúe bajo el miedo a sufrir las consecuencias de hacer, honradamente, su trabajo.

Dicen que somos ETA, nazis, comunistas radicales, ISIS... todo ello por negarnos a seguir pagando nuestros impuestos para que una élite con sueldos de por sí obscenos encima nos robe porque son yonkis del poder y del dinero. De nada les valdrá querer asustarnos, a demasiada gente le han quitado tanto que les han quitado el miedo.

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