10 nov 2014

Para qué andar

Me acompaña la Luna enorme y blanca
Siguiéndola voy, como un animal un rastro perdido
Con la cabeza inclinada hacia el suelo
la veo brillar en la hierba
Sin mirarla puedo verla en las sombras que proyecta
Los recuerdos que se fijan y disuelven
En los deseos que ya no siento
En risas de otros y en palabras

Sigo el sabor de besos olvidados
Saliva sobre mi piel
olor a hogar de un cuerpo cálido

Camino entre palabras susurradas
a la luz confusa y azul
al murmullo del Sol débil

¿Quién recordará quién fui?
¿Quién querrá saber donde me llevan?
Si no hay deseo que acelere mi paso
ni horizonte que cruzar
¿Para qué andar? 

Gracias a un escritor de verdad, Villo Argumanez, que amablemente a leido mis torpes versos y me ha dado su consejo.

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